MISTERIO EN LOS SANTOS
Dice la leyenda que en esa casa tan grande y antigua, que veo desde mi ventana, esconde un secreto.
Me llamo Daniel, tengo diez años y vivo en un pueblo extremeño llamado “Los Santos”, y mi abuela siempre me cuenta que en esa casa, se oye todas las noches ladrar un perro, a lo largo de los años se sigue escuchando. ¿Cómo puede un perro vivir tantos años? Tengo mucha curiosidad e intriga de saber que esconde esa casa.
La miro todas las noches, es una casa enorme, de aspecto frío, con paredes agrietadas y musgosas, con ventanales grandes con los cristales rajados y oscuros, no se ve lo que hay en su interior, sus tejas están rotas, y en lo alto de la chimenea hay un nido de pájaros. Es una casa peculiar y, es cierto, que por las noches oigo ladrar a ese perro.
Cuando salgo a la calle me asusta pasar por la acera de la casa, paso por la de enfrente y no puedo evitar pararme para contemplarla. Necesito saber si es verdad que hay un perro dentro, cómo es, y que hace solo allí tantos años.
Un día de otoño, después de una larga noche de lluvia, me desperté y estando desayunando oí ruidos de máquinas, fui a la ventana y cual fue mi sorpresa que la casa la estaban derribando.
Día a día fui viendo como allí construyeron un hipermercado. Pero cuando se adentraba la noche seguía escuchando el ladrido del perro.
Un día jugaba con mis amigos Juan, Juanjo y Rodrigo y mi abuela nos mandó a comprar al hipermercado, cuando entramos en él casi estaban cerrando. Nos entretuvimos mucho tiempo y apagaron las luces y cerraron, con nosotros dentro. Comenzamos a gritar, nadie nos escuchaba, estábamos muy asustados.
Buscando una salida, mi amigo Juan vio una rejilla que salía del suelo. Intentamos quitarla, y entre los cuatro lo conseguimos. Había unas escaleras de piedra y todo estaba oscuro.
Cogimos linternas del hipermercado y fuimos bajando con mucho miedo, cuando llegamos al final de las escaleras, había un enorme sótano con el suelo de arena, hacía frío y empezamos a escuchar los ladridos, pero esta vez muy cercanos. Todos gritaron y yo dije asustado: -¡Callaros, callaros! ¡Mirad, es la casita de un animal! Todos miraron y era la casita de un perro, era grande y de piedra. Ninguno quería acercarse, pero era tanta mi curiosidad, que me fui acercando poco a poco, mis amigos me seguían y despacito sin hacer ruido, íbamos acercándonos siguiendo la luz de mi linterna.
De repente, una voz interrumpió: - ¡Quien anda ahí! Todos chillamos asustados: - Estamos aquí, estamos aquí… aquí abajo!
Por las escaleras bajó un señor vestido de uniforme, era el guarda de seguridad, y nos dijo: -¿Qué hacéis aquí?
- ¡Nos hemos quedado encerrados! dijimos a coro. El guarda nos dirigió hacia arriba para sacarnos de allí, pero mientras subíamos le dije: - Señor
-¿Si?Contestó
- ¿En esa caseta hay un perro? Pregunté intrigado.
- Mmmmm… no lo sé, dice la leyenda que está ahí desde que murieron los antiguos dueños de la casa. Respondió el guarda
- ¿Podemos verlo? dije ansioso.
El guarda dudoso, nos miró y dijo: - Ese misterio debe permanecer.
Subiendo las escaleras, no dejándonos ver lo que había en la caseta, miré repentinamente hacia ella y alumbrando con mi linterna, vi la mirada fija de un animal.
Cuando nos llevaron a casa, se lo conté todo a mi abuela, y le dije:
- Abuela, ¿Cuántos años vive un perro?
- Lo que nuestro corazón quiera. Contestó mi abuela.
Pasado el tiempo sigo oyendo los ladridos de esa mirada que vi aquel día o que quizás creí ver. Aun así, pienso que el misterio durará siempre en el corazón de “Los Santos”.
FIN
Daniel Calle 5º
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